martes, 11 de agosto de 2009

¿Un Rey Mago africano?

3 de enero de 2009

Feliz navidad y feliz año nuevo a todos los lectores de Barûle Gazette en esta primera columna de Errante Mente de 2009. Y precisamente porque estamos en temporada, quiero reflexionar un poco acerca de uno de los mitos (sí, mitos; uno de los muchos de la mitología judeocristiana) alrededor de la visita de los Reyes Magos a Jesús después de su nacimiento. El mito más pertinente para esta gaceta es, porsupuesto, el color de la piel de uno de los “reyes”. ¿Tenía “Baltasar” realmente piel oscura?

El evangelio según Mateo es el único que habla de la visita de tres hombres de oriente al lugar de nacimiento de Jesús. Y es muy específico en mencionar que venían de oriente, muy seguramente hombres de origen Persa o Parto (la cultura dominante en lo que hoy es Irán y regiones aledañas que cayó para ser sucedida por los persas), con nombres que no son consistentes. “Melchor”, “Gaspar” y “Baltasar” son los nombres con los que la iglesia católica romana los conoce, pero las iglesias cristianas de oriente (ortodoxa, etíope, etc.) los conocen por varios nombres, la mayoría de ellos persas.

Estos hombres eran sacerdotes y astrólogos y por eso algunas culturas los consideraban hechiceros. De ahí que se los conozca como “magos”. Lo de “reyes” fue un acomodo hecho varios siglos después de Cristo en un esfuerzo por reinterpretar escritos del viejo testamento en los que se decía que el mesías iba a ser visitado por reyes. Si eran sacerdotes y astrólogos persas, ¿porqué el mito de su origen europeo (Melchor), asiático (Gaspar) y africano (Baltasar)? Muy simple: Razones políticas.

En representaciones tempranas (por lo menos hasta el siglo XII de la era cristiana) los tres sacerdotes aparecen con facciones e indumentarias del medio oriente. Pero la Iglesia (Católica) necesitaba dar a los cristianos del viejo mundo razones para sentir que el cristianismo era una religión inclusiva, así que entre los siglos XII y XV comenzaron a darle a “Melchor” características europeas, a “Gaspar” características asiáticas (del lejano oriente) y a “Baltasar” características africanas, entre ellas la piel oscura. No sé por qué razón la representación que conocemos de “Gaspar” en Colombia es la de un hombre europeo, pero “Baltasar” ha llegado hasta nuestros días como el “Rey” Mago “negro”.

La Iglesia siempre ha manipulado los escritos a su conveniencia para manejar pueblos a su antojo. Desde que el emperador romano Constantino, en el siglo IV, juntó figuras de la autoridad religiosa para formar una especie de consejo editorial para decidir qué libros serían incluídos en la Biblia (dejando por fuera cualquiera en el que la divinidad de Jesús no fuera explícita) la Iglesia no ha cesado de manipular la información que transmite a sus feligreses quienes en actos de fe ciega creen lo que los sacerdotes les dicen. Todo con tal de mantener el control del rebaño.

La africanización de “Baltasar” es sólo una más de las estrategias de la Iglesia para darle contentillo a los corderos que se suman a su rebaño (y aportan a sus arcas). No había figuras de piel suficientemente oscura como para que los africanos se sintieran representados en la historia cristiana, así que asignarle estatus afro a uno de los sacerdotes-astrólogos que visitaron a Jesús fue la salida elegida para hacer demagogia en el continente africano, especialmente en Etiopía, donde ya había una tradición judeocristiana.

Si se ignoran los dudosos motivos de la Iglesia, la simbología de muchas de las historias de la Biblia es, en realidad, interesante y esperanzadora, especialmente cuando se trata de historias de la Navidad. No estoy en contra de celebrar el Día de Reyes el 6 de enero, siempre y cuando sepamos lo que en realidad ocurrió. El judaísmo y el cristianismo son religiones eminentemente medio-orientales. El cristianismo se popularizó en Europa porque el emperador Constantino, quien se convirtió al cristianismo por influencia de su madre, levantó la prohibición de su práctica. Años después Teodosio I, sucesor de Constantino, instituyó el cristianismo como religión oficial del imperio romano. El resto lo sabemos bien: Españoles y portugueses esclavizaron habitantes de África occidental, los trajeron a América y como parte del proceso de subyugación les impusieron la religión que a su vez les impuso a ellos el imperio romano unos siglos antes.

El cristianismo no es la religión original de los afro. Tampoco lo es el Islam, como alguna vez lo aseguró Malcolm X. La decisión de los afro contemporáneos de convertirse a una religión más afín a nuestras raíces, de permanecer en el cristianismo, o de no practicar religión alguna es personal. Pero no debemos comernos los cuentos que los jerarcas de la Iglesia Católica se inventaron hace 400, 500 o 1000 años para engatusarnos. Ahí les dejo la inquietud.

Ann Arbor, Michigan, E.U., 3 de enero de 2009
Para Barûle Gazette

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