martes, 11 de agosto de 2009

Cinismo en la liberación de los esclavos en Colombia

21 de julio de 2008

En columnas anteriores he mencionado el cinismo de algunos colombianos que se empeñan en negar que el racismo existe en nuestro país, o que tratan de camuflar actitudes racistas negando que lo sean. Este tema es motivo permanente de reflexión para mí, y hace poco me encontré con un hecho, o más bien una serie de hechos, que podrían ser parte del origen de ese cinismo, y es algo que se remonta a los orígenes de Colombia como república.

Bien es sabido que los afrodescendientes jugaron un papel clave en las guerras de independencia en Sur América, ya fuera engrosando las filas de los ejércitos libertadores, o incluso comandándolos (caso del almirante José Prudencio Padilla o del Coronel Juan José Rondón en el caso del ejército libertador de la entonces República de Colombia, hoy conocida como “La Gran Colombia”). La recompensa esperada era la libertad de los esclavos, y no sólo porque sería una recompensa justa por ayudar a construir las naciones, en ese momento incipientes, sino también porque en el caso de Simón Bolívar era un compromiso adquirido.

Me refiero a los dos viajes que, tras sufrir derrotas a manos de los Realistas, Bolívar hizo a Haití para refugiarse y reabastecerse de armas y municiones para continuar con su lucha. En diciembre de 1815 Bolívar llegó a Puerto Príncipe, para partir hacia Venezuela en abril de 1816 con 4000 mosquetes, 7 toneladas de pólvora, pedernales, plomo y una prensa, suministrados por el gobierno dirigido por el general Alexandre Petión, quien a cambio exigió el compromiso de liberar a los esclavos afros una vez el Libertador finalizara su lucha de independencia. Bolívar sufrió derrotas y regresó a Haití en septiembre de ese año, donde fue reabastecido para partir en diciembre y esta vez sí iniciar la campaña exitosa que trajo libertad a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia (aunque el crédito por la libertad de los dos últimos lo comparte con José de San Martín).

Bolívar proclamó la libertad de los esclavos en Venezuela en 1816, aunque en la constitución de 1812 de [la Gran] Colombia, ya había un antecedente legal de “liberación gradual” de los afros subyugados. Pues bien, ¡los esclavos afrodescendientes en Colombia no fueron legalmente liberados hasta 1852, acatando la ley 21 de mayo de 1851 (bajo el gobierno de José Hilario López)! Varias constituciones le negaron el derecho a los veteranos afro del ejército libertador de ser libres, un derecho que se habían ganado aportando su sangre y su valentía a la causa de la independencia.

Y es aquí donde entra el cinismo que creo es el abuelo del cinismo racial moderno en Colombia: El gobierno recaudó impuestos destinados a “fondos de manumisión”, para indemnizar.... ¡A LOS ESCLAVISTAS que estaban perdiendo su “propiedad”! Ya constituciones anteriores habían usado la misma figura para dar dinero a quienes perdían esclavos debido a la ley de “libertad de vientres” del Congreso de Cúcuta (1821), según la cual cualquier hijo de madres esclavas nacido desde ese momento sería libre, siempre y cuando indemnizara al amo de la madre con trabajos hasta que cumpliera 18 años, extensibles a 25 (además del dinero que el gobierno ya le otorgaba). Como quien dice seguir siendo esclavos para indemnizar al esclavista.

Parte de la ley de 1851, que casi nunca se cita, explica cómo avaluar a los esclavos liberados de forma que sus dueños reciban la indemnización “justa” por la liberación. En E.U. a cada esclavo liberado tras una ley expedida en 1865 se le otorgaban 40 acres (16 hectáreas) de tierra y una mula para halar el arado y poder cultivarla. Aunque las tierras dadas a los ex-esclavos muchas veces eran incultivables (sería tema para otra columna), al menos en el papel se reconocía que a los afectados por la esclavitud había que compensarlos. En Colombia no se le dio nada a los afros liberados y además se le dio indemnización a los esclavistas.

Ex-esclavos libres sin hogar, sin tierra y sin trabajo se convirtieron en gente muy pobre, susceptible a abusos por parte de empleadores y gobernadores, y de muchas situaciones generadas por las injusticias cometidas se derivan estereotipos negativos que aún nos afectan casi 160 años después, cuando además hay gente que aún niega que el racismo exista. Pero ha existido desde que los europeos vieron la “necesidad” de esclavizar africanos, y aún hoy existe en muchos lugares, incluyendo Colombia. Más adelante comentaré extensivamente temas mencionados hoy. Pero que lo que he escrito hoy sirva de base para indagar más acerca de nuestra historia y como inspiración para nuestra lucha.

Fuente de información:

Arriaga Copete, Libardo. 2006. Cátedra de estudios Afrocolombianos: Segunda lección. Editado por la Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana. Bogotá. 140 p.



Ann Arbor, Michigan, E.U., 21 de julio de 2008
Para Barûle Gazette

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