martes, 11 de agosto de 2009

Barack Obama: Haciendo historia I


8 de noviembre de 2008

Finalmante no hubo ni sombra del efecto Bradley (ver mi columna de la semana pasada) y se escribió un capítulo histórico en la política de occidente. Finalmente, después de una de las campañas electorales más largas y controversiales en la historia estadounidense, el primer candidato afro con aspiraciones reales de llegar a la presidencia ganó el voto de las minorías y también de la mayoría dentro de la mayoría eurodescendiente.

Cuando Barack Obama dio si discurso de victoria a la media noche, hora local, cuando ya era 5 de noviembre, la ciudad de Chicago estaba inundada de gente. En el lugar donde sus seguidores se reunieron para escucharlo había, como era de esperarse, una miríada de cámaras de cadenas televisivas de todo el mundo. Había cámaras tomando primeros planos, había cámaras volando por encima de la multitud… Cada detalle estaba siendo cubierto para llevarlo a los ojos del mundo. Lo que más me llamó la atención fue ver la diversidad de gente que estaba allí para ser testigos de la historia. Había afrodescendiantes, eurodescendientes, asiáticos, africanos, y gente mezclada de sabrá Dios cuántos orígenes étnicos. Era un espectáculo conmovedor. Había gente llorando, había gente riendo y había gente bailando. Y en frente de los televisores también había expresiones de incredulidad y lágrimas en las mejillas. Entre esos televidentes me encontraba yo.

El significado de la elección de Barack Obama es profundo y complejo. La sociedad va a tardar mucho en analizar todas las implicaciones de este suceso. Más allá de la alegría de ver a alguien que tiene piel oscura siendo elegido en un país donde la mayoría tiene piel clara y que tiene un historial de racismo brutal, hay factores implícitos que dan para llenar libros no sólo de historia, sino también de sociología, antropología y psicología. La elección de Barack Obama es un evento que liberó y liberará más gente de la que las leyes han liberado antes.

No, no me refiero a una libertad física, que existe desde hace 140 años en E.U. (y casi 160 en Colombia), ni a una libertad cívica, que existe en E.U. desde hace unos 40 años (no sé qué decir de Colombia). Es una libertad de espíritu y de mente. Es mucho más importante, porque es una libertad que viene de adentro. A un esclavo se le pueden romper las cadenas, pero eso no lo hace realmente libre. Se le puede garantizar voz y voto, y aún le faltará para ser realmente libre. Pero cuando se sienta realmente capaz de perseguir y alcanzar sus sueños, cuando crea que puede hacerlo a pesar de los obstáculos impuestos por la sociedad, será real y verdaderamente libre. Cuando sienta que sí se puede. Y lo que ha hecho Obama por mucha gente, no sólo afro sino de muchos otros orígenes étnicos es precisamente eso: Demostrarles que tal y como reza su credo de campaña, SÍ SE PUEDE.

He estado siguiendo atentamente las noticias en los días posteriores a las elecciones y escucho constantemente a personas que entrevistan en la calle explicando cómo sienten ser mucho más capaces de contarle a sus hijos que pueden ser lo que ellos deseen, que pueden llegar tan lejos como quieran, porque Barack les ha demostrado que se puede. Estamos hablando de personas que no tenían fe en sí mismos, y no precisamente porque no se valoraran, sino porque estaban convencidos de que el status quo les iba a imposibilitar el llegar a ciertas posiciones y alcanzar el éxito en ciertos campos. Estamos hablando de gente que cumplió un papel protagónico durante el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King hijo en los años 60, y que jamás se imaginó ver a un afrodescendiente en la Casa Blanca. Estamos hablando de escépticos como yo, que hemos sido testigos del racismo del sistema en dos países con culturas distintas, y que no creímos que fuera posible romper el yugo de las mayorías eurodescendientes. Esas son (somos) las personas a quienes Obama ha liberado en mente y en espíritu.

No por nada aquellos a quienes Barack liberó y a quienes llenó de esperanza rompimos en llanto. Yo no recuerdo ninguna elección presidencial, ni en E.U. ni en Colombia, en la que tanta gente hubiera llorado al ver ganar un candidato. Y es porque ninguna elección había causado un impacto psicológico tan importante como esta. La gente sólo veía un presidente más, pocos cambios políticos y prácticamente ningún cambio en su mente o su alma. Pero la elección de Obama trajo luz. El carisma y la elocuencia de este hombre ha llenado de esperanza a muchos pueblos. Y ya ha traído un cambio. Es posible que el cambio político que promete tome algún tiempo, pero desde ya hay un cambio en la actitud de la gente; especialmente la gente afro. Ese cambio no es trivial. Es probablemente el cambio de visión más trascendental en mi generación.

Aunque a Obama le queda mucho trabajo por hacer, y aquellos que vivimos en E.U. tendremos que ayudarlo, el impacto que ya causó será inolvidable y es absolutamente invaluable. Gracias, Barack Obama, por liberar nuestra mente y nuestro espíritu.


Ada, Ohio, E.U., 8 de noviembre de 2008
Para Barûle Gazette

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