martes, 11 de agosto de 2009

Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana

13 de julio de 2008

Como todos sabemos hay una serie de diásporas importantes a las que pertenecemos, comenzando por la primera y más importante, aquella que salió de África en algún momento en los últimos cien mil años para poblar el mundo de gente (sí, hablando estrictamente todos los humanos somos africanos). Después vino la otra salida de África, forzada y trágica, que comenzó hace más o menos 400 años, y que pobló el continente americano de gente de piel oscura, narices anchas y cabellos ensortijados. Los descendientes de los africanos esclavizados formaron sus propias culturas locales, una de las cuales terminó convirtiéndose en lo que hoy es el departamento del Chocó, donde las raíces afro se expresan a través de la comida, la música, el baile, el idioma y un inigualable calor humano. Y viene una diáspora más reciente, que mencioné hace poco en una columna, en la que hubo chocoanos que se dispersaron por Colombia en los años 50 y 60 con la misión de educar a los jóvenes del país, pues la calidad de los maestros chocoanos de esa época no tenía par.

Muchos de los intelectuales de esa diáspora han confluido en Bogotá y siempre han mantenido el espíritu de trabajo no sólo por la academia en general sino también por la preservación y la valoración de la cultura afro en el país. En Bogotá se han encontrado con afrodescendientes del Valle, de Nariño, del Cauca y de la costa norte y como era de esperarse, las tertulias que frecuentemente organizaban terminaron dando un fruto concreto que sirve para encarrilar esa preocupación por la cultura por el camino del pragmatismo. Fue debido a esta confluencia de pensadores humanistas que en Bogotá nació la CASA NACIONAL DE LA CULTURA AFROCOLOMBIANA.

Y no es tan nueva. Se fundó en octubre de 2002 con el objetivo de promover “el desarrollo socioeconómico, científico, cultural, educativo y ambiental de los afrocolombianos”. Desde entonces los miembros de La Casa han luchado por fomentar la idiosincracia, cultura y costumbres de los afrocolombianos colaborando a que se preserve la diversidad étnica y cultural del país, lo cual incluso está establecido en la Constitución de 1991. Con el paso de los años esta Casa ha ido creciendo de manera lenta pero segura, pero necesitan de todos para seguir cumpliendo con su labor de preservación y por eso decidí dedicarle esta columna.

En la Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana, los afros del país podemos encontrar un ente sociopolítico y cultural que hace investigaciones sobre nuestras raíces y nuestra realidad social actual, para afianzar nuestra identidad y promover nuestro desarrollo. La Casa apoya y desarrolla proyectos de investigación antropológica, histórica y sociológica, talleres de creación artística que incluyen literatura, tradición oral, artes plásticas, música, teatro, danza, orfebrería y joyería, y organiza conferencias, seminarios y foros enfocados a asuntos afrocolombianos. Y, por supuesto, también funciona como sede social, para eventos que sirvan como lazo de unión para los afros de todo el país.

La Casa funciona gracias al trabajo, apoyo y donaciones de sus miembros, pues hasta ahora no hay una entidad gubernamental que garantice un presupuesto para su funcionamiento, así que quiero invitar a todos los lectores de la Barûle Gazette a que nos afiliemos a esta causa, para mantenerla viva y darle continuidad. Me he puesto la tarea de recopilar información de contacto para difundirla y saber más de esta iniciativa, pero por ahora puedo adelantarles estos datos, todos de su sede en Bogotá:

Dirección: Calle 73 # 20 A – 60
Teléfono: 2 55 40 57
Fax: 8 00 34 46

La Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana es la casa de todos. Debemos apoyarla, impulsarla, y difundir su mensaje, para que siga siendo un bastión de la preservación de la cultura afro en Colombia.

Fuente de información: Folleto publicitario de la Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana.

Ann Arbor, Michigan, E.U., 13 de julio de 2008
Para Barûle Gazette

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