martes, 11 de agosto de 2009

Choc Quib Town, barûleños llevando el hip-hop por la buena senda


29 de junio de 2008

En la edición pasada de Barûle Gazette, nuestro editor Giunëur B. Mosi rindió un homenaje a la agrupación chocoana de hip-hop Choc Quib Town, aquí entre nos, uno de mis grupos colombianos favoritos en la actualidad. Estos tres jóvenes se merecen el reconocimiento de cualquiera que sea amante de la música, tanto tradicional como contemporánea, porque han logrado fusionar una variedad de géneros creando un estilo propio y auténtico. Pero además de felicitarlos en esta columna por su trabajo quiero también hacer algunas reflexiones acerca del rap, el hip-hop y la cultura que los rodea.

El hip-hop (o rap... hay quienes dicen que son dos géneros distintos pero la línea es muy difusa) nunca ha estado entre mis géneros de música preferidos, aunque me parece un fenómeno muy interesante desde el punto de vista social y cultural. Primero debo aclarar que hay artistas de artistas y hay canciones de canciones. Hay artistas de hip-hop de altísima calidad y otros que dan lástima, y esto no necesariamente está correlacionado con su popularidad. Cuando el rap nació, hacia finales de los años 80, en áreas urbanas oprimidas en E.U., fue como una protesta contra la desigualdad y la injusticia a la que los pobres en E.U. han estado sometidos por siglos. La mayoría de afrodescendientes en el hemisferio occidental aún son pobres como resultado de siglos de esclavitud y posterior discriminación, así que es un resultado lógico que este tipo de protesta a través de la música viniera de afrodescendientes en E.U.

En ese entonces, cuando el rap era incipiente, el fenómeno era más interesante desde el punto de vista sociológico que del musical. Los ritmos eran básicos, había muy poca o ninguna instrumentación, y la letra de las canciones tenía un contenido social y político fuerte e interesante. Muchos de los melómanos del mundo coinciden con que a finales de los 80 y a comienzos de los 90 se hicieron las mejores grabaciones de rap y hip-hop que se conocen. Con los años, la comercialización, que todo lo corrompe, convirtió al hip-hop en un producto prefabricado en el que imperan las letras acerca de cómo ganar dinero, o cómo alardear cuando se tiene a manos llenas. Más tarde se instituyó el gangster rap ('rap pandillero'), en el que se hace apología a la violencia callejera, a la importancia de hacer dinero a como dé lugar, la importancia de mostrarlo, y a la importancia de estar rodeado de mujeres ligeras de ropas, nalgas y senos prominentes, a las que tildan de bitches (perras), lo cual se ha convertido en el sello de los videos de hip-hop (y reggaetón, que no es más que una copia del hip-hop comercializado y corrupto con un ritmo monótono que lo convierte en “latino”). Fue a través de esta comercialización e irrespeto a los valores morales y a la mujer, que el hip-hop se fue cuesta abajo.

Rodeando el fenómeno musical del hip-hop nació toda una subcultura que los afrodescendientes estadounidenses pobres de áreas urbanas han adoptado para mostrar su inconformismo con la “sociedad blanca”. Esta subcultura hace énfasis en distinguirse de todo lo que ellos consideren “blanco”. Desde la forma de hablar hasta la forma de vestir. Para ellos es muy importante hablar como “negros”, vestirse como “negros”, escuchar música “negra”, y entre más repudio cause entre la “sociedad blanca” mejor todavía. Así que a muchos de los que no hemos sido criados en este contexto todas esas formas de expresión son vistas como algo atiestético, aunque en realidad tienen una estética distinta.

En Latinoamérica, donde copiamos tanto lo que ocurre en E.U., el hip-hop fue adoptado también por la gente pobre de regiones urbanas como una forma de protesta contra el establecimiento. Pero como muchas de las cosas que se copian de nuestros vecinos del norte, se copió mal. Especialmente en cuestiones de moda. La moda “rapera” ha sido adoptada por latinoamericanos que no tienen ni idea de porqué la ropa que se usa se usa de esa forma (ropa ancha de colores vivos, cachuchas de medio lado y visera plana, joyería estrambótica, etc.): fastidiar a la “sociedad blanca” estadounidense. Y de paso fastidian a muchos que poco o nada tenemos que ver con el establecimiento. El hip-hop latinoamericano en general no ha sido de la mejor calidad, principalmente porque carece del sentido que tenía el hip-hop estadounidense antes de la comercialización. Por eso a mucha gente le gusta citar el coro de la canción 'No soporto el rap' (que es un rap) del español Joaquín Sabina: “no sopor, no sopor, no soporto el rap...”.

Sin embargo en varios países han surgido algunos grupos de hip-hop latinoamericano que le han dado un nuevo sentido a esta expresión musical llevándola de nuevo por el sendero de la protesta, la concientización social y política, y fusionándolos con elementos autóctonos de cada región que han enriquecido inmensamente el género para hacerlo de nuevo agradable a los oídos quienes somos menos vanales. A vuelo de pájaro se me ocurren los chicano-portorriqueños de Control Machete, los mexicanos de Molotov, los brasileños de Planeta Hemp y, por encima de todos ellos y con mucho orgullo, los chocoanos de Choc Quib Town. Estos tres muchachos, que se enorgullecen de sus raíces, de las cuales son abanderados, han logrado fusionar el hip-hop con música tradicional del Pacífico, además de incluir en las letras expresiones que sólo en el Pacífico colombiano se escuchan. Para los interesados la mejor referencia es su canción 'Somos Pacífico':

Somos Pacífico, estamos unidos
nos une la región, la pinta, la raza y el don del sabor...


Choc Quib Town lleva el hip-hop por la una nueva senda, mezclando los elementos originales de protesta social con un sabor y una sabrosura que son típicas de nuestro Pacífico. Al escucharlos dan ganas de bailar, cantar, rumbear, pegarse una pasadita por las orillas del Atrato, y de pensar en la cultura afrodescendiente del Chocó y de Colombia. Cuando dirigí mi programa de radio de música latinoamericana “alternativa” (entiéndase contemporánea o no tradicional) en mis días de estudiante de doctorado fue un alivio encontrarme con Choc Quib Town y su ritmo refrescante, chocoanísimo pero con proyección universal, que cualquiera puede entender, disfrutar y analizar..

Choc Quib Town, un crédito para el Chocó y para Colombia. Desde Errante Mente les deseamos una vida artística larga y productiva. Que se sigan oyendo su hip-hop, funk, reggae, flow, electrónica, bambazú, currulao y aguabajo, todos en uno, para que nos sigan infectando con su ritmo y su sabor.

Ann Arbor, Michigan, E.U. 29 de junio de 2008
Para Barûle Gazette

1 comentario:

Unknown dijo...

This is an amazing band...check out some of their best photos and live performances...

http://quevio.com/choc-quib-town-en-carpa-cabaret/4207/