martes, 11 de agosto de 2009

Lo que nos falta

2 de agosto de 2008

Vivir en E.U. y prestar atención a las noticias significa estar por estos días bombardeado de información acerca de las elecciones presidenciales en las que se enfrentan Barack Obama y John McCain. Ya he discutido antes lo importante que es que un afrodescendiente tenga una opción real para llegar a la presidencia de una potencia como E.U. Invariablemente uno se pone a pensar en qué hace falta para que un afrocolombiano tenga una opción similar en nuestro país, y yo creo que nos falta muchísimo para llegar a ese punto. Hoy quiero hacer una reflexión basada en lo que que observado en un trabajo en el que tengo que lidiar con mucha gente, de todas las etnias, niveles educativos y nacionalidades, y contrastarla con lo que he observado en Colombia.

Las actitudes hacia los afrodescendientes en Colombia y en E.U. son tan paradójicas que a veces se raya en el absurdo. Los esclavos afro en Colombia fueron legalmente liberados en 1852. En E.U. Se esperó hasta 1865 (ventaja para Colombia). En Colombia nunca ha habido un racismo legalizado como lo hubo en E.U. hasta los años 60 del siglo pasado, que era un 'apartheid' de facto, especialmente en los estados del sur del país (ventaja para Colombia). En Colombia no ha habido un movimiento por los derechos civiles como lo tuvo E.U. bajo la batuta de Martin Luther King hijo, y que fue precisamente lo que dio fin al racismo institucionalizado (ventaja para E.U.). En Colombia nunca hubo un grupo de 'limpieza' dedicado a eliminar a los afrodescendientes, como lo hizo el Ku Klux Klan en E.U. (ventaja para Colombia, aunque han existido grupos armados ilegales que cometen masacres con otros criterios). En Colombia no hay segregación por áreas en las ciudades, como en E.U., donde alguien que se mude a un barrio donde otro grupo étnico es mayoría debe atenerse a las consecuencias (ventaja para Colombia). Se podría pensar que en Colombia le llevamos una ventaja inmensa a E.U. en cuestiones de igualdad racial. ¿Cómo es, entonces, que un afrodescendiente estadounidense tiene opciones reales de llegar a ser presidente, algo que es inconcebible en Colombia en este momento y en el futuro previsible?

Sin ánimo de llegar a decir que la respuesta es sencilla, porque en realidad es muy compleja, creo que una de las razones que promueven esta situación es la visión que las nuevas generaciones tienen de las diferencias étnicas en E.U. y en Colombia. En E.U. las personas menores de 30 años en su mayoría ignoran el color de la piel. Claro, aún falta mucho para llegar a un punto realmente satisfactorio, pero he observado que muchas de ellas respetan a los demás como personas, sin importar su etnia. Años de repetición en cuanto a que no se debe discriminar a nadie por el color de su piel, lentamente van teniendo resultados, que sólo mejorarán a medida que las generaciones de mayor edad pasen a mejor vida. He notado, en el trabajo que tengo, que nadie hace referencia a la etnia de las personas con las que tratamos. Puede tratarse del más estereotípico de los afrodescendientes estadounidenses, con lo más colorido de la moda rapera, hablando 'ebonics' (como se le ha llegado a llamar al inglés consistentemente distorsionado de algunos afrodescendientes) y con todo el 'bling' del mundo ('bling' es la parafernalia joyera que los raperos tienden a usar), pero nadie se va a referir a esta persona con ninguna palabra que haga referencia a su etnia o a su visión de la moda, especialmente si es despectiva. No garantizo que no la piensen, pero no la dicen, y esto marca una gran diferencia.

En Colombia, invariablemente un o una afrodescendiente va a ser identificado(a) como 'negro' o 'negra' por las personas que estén lidiando con él o ella (aunque no se lo digan de frente). Inconscientemente los estereotipos negativos que van ligados a la palabra van a sesgar el comportamiento hacia esta persona y también las expectativas que de él o ella se tienen. Van a esperar que sea una persona mal educada, sucia, escandalosa y poco inteligente. Cuando se encuentran alguien que rompe todos esos esquemas, como mi padre por ejemplo, un inteligente profesor universitario de lingüística, siempre impecablemente vestido y mesurado y elegante en su hablar, no saben cómo reaccionar. Por actitudes de este tipo, falta mucho tiempo para que un afrodescendiente cuente con el apoyo necesario para aspirar a una posición política elevada a la que se acceda a través del voto. Si Barack Obama fuera colombiano, no tendría ni la más mínima opción de ganar. En los foros de lectores de eltiempo.com he leído un sin número de comentarios contra Obama, no sólo por tener políticas contrarias a las de Uribe, apoyado por más del 80% de colombianos con línea telefónica en las principales ciudades del país, sino también por el simple hecho de ser afrodescendiente.

Nos falta. Nos falta mucho. Yo espero ver el día en que un afrocolombiano pueda lanzarse a la presidencia con opciones reales de ser elegido, pero creo que si eso ocurre yo estaré por lo menos de bastón, hablándole a mis nietos o bisnietos del día en que un afrodescendiente se lanzó a la presidencia de E.U. Ojalá pueda decirles que fue elegido y que hizo un trabajo magnífico.

Ann Arbor, Michigan, E.U., 2 de agosto de 2008
Para Barûle Gazette

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