martes, 11 de agosto de 2009

¿Carretera o no carretera?

09 de mayo de 2009

Cuando tenía 13 años tuve la gran oportunidad de ver el océano Pacífico con mis propios ojos por primera vez. Fue durante unas vacaciones maravillosas que pasé con mis padres en Bahía Solano y quedé totalmente enamorado del mar, y más enamorado del Chocó. Dos años después repetimos vacaciones, esa vez en Nuquí, y el idilio con el Chocó y el Pacífico se hizo aún más grande. Lo mejor de todo en ese viaje fue saber que mi papá estaba interesado en comprar un terreno para construir una casita cuando llegara la carretera al mar, un proyecto que estaba en camino… Esto pasó a mediados de los años 80.

Aún hoy sólo se puede llegar a Nuquí y a Bahía Solano por barco o por avión. Y por experiencia sé que el aeropuerto de Bahía Solano se llama (¿o llamaba?) “Salsipuedes” por razones muy válidas. Así que la idea de una carretera conectando el mar con el interior del Chocó es algo para pensar en serio, porque este proyecto cuya necesidad es obvia tiene un montón de complicaciones que son muy difíciles de solucionar. Y como chocoano de alma y corazón, amante de las culturas indígenas y afrodescendientes, y como biólogo marino y zoólogo, tengo sentimientos encontrados al respecto.

Tras muchísimas peleas a través de los años el gobierno nacional ha aprobado una licencia ambiental para iniciar trabajos del primer tramo de la carretera a Nuquí. Entre los argumentos que se han esgrimido para tumbar el proyecto están la conservación de la biodiversidad y la conservación de las culturas locales, que supuestamente no estarían de acuerdo con una intervención de la cultura occidental. Sé que no es el caso con la cultura afro, que pide a gritos las carretera para tener oportunidades de desarrollo económico en la región. No sé si es el caso de los grupos indígenas del área, pues así como he conocido indígenas que evitan a toda costa la “occidentalización” de su cultura hay otros que no tienen ningún problema con que esto ocurra. Así que algunos de los argumentos esgrimidos son inventos de gente que no tiene ni idea de lo que ocurre en la región, o de manipuladores que quieren sabotear el proyecto a como dé lugar.

¿Y qué hay de los argumentos de conservación de la biodiversidad en el área? Esos son más fundamentados pero igual de complejos. El departamento del Chocó es el corazón de una región que por sus características geográficas, climáticas y ecológicas ha sido llamada el Chocó Biogeográfico, que se extiende desde el centro de Panamá hasta la costa norte de Perú. Las características particulares de esta región la han hecho una de las áreas de mayor riqueza y diversidad biológica en el planeta. Sé que muchos científicos del mundo, interesados en la biología del área (en argot científico, interesados en biología neotropical) tienen entre ojos el Pacífico colombiano, además de los valles entre las cordilleras que atraviesan nuestro país, a donde no han ido a hacer sus investigaciones por culpa de la situación de orden público de las últimas décadas.

El Chocó biogeográfico es un bosque húmedo tropical y como tal es uno de los ecosistemas más frágiles de la naturaleza. Un bosque húmedo tropical tiene toda su riqueza en los organismos que allí viven. Los suelos son supremamente pobres en nutrientes porque éstos están siempre en un ciclo infinito de ser vivo a ser vivo. Cuando se tala un pedazo de selva para explotación agrícola o ganadera el suelo muere en pocos años, porque el ciclo de vida (y de nutrientes) se interrumpe. Mi gran miedo es que en el Chocó una carretera podría causar un daño irreversible al ecosistema, si no se hace con cuidado.

Hay medidas que se pueden tomar para hacer el proyecto de forma que sea ambientalmente viable; de forma que haya carretera y se mitigue el impacto ambiental. Pero la mayoría de esas medidas incrementarían el costo del proyecto y dudo mucho que exista una voluntad del gobierno para ejecutar un proyecto limpio desde el punto de vista ambiental. Hay tantas presiones por parte de tantos grupos, que temo que se haga una carretera como salga con tal de darle contentillo a las partes que han luchado por hacer que el proyecto se ejecute.

Algunas ideas que se me ocurren, a vuelo de pájaro, son limitar los asentamientos humanos a ciertas áreas aprobadas de forma que no se afecte tanto la biología del área. Evitar interrumpir el flujo de ríos y arroyos importantes para poblaciones de organismos locales. Asegurar que haya pasos por debajo de la calzada cada cierta distancia para permitir la migración normal de animales pequeños para los que una carretera es una barrera que puede fragmentar sus poblaciones. Prohibir la tala de árboles más allá de los lugares donde se permite la presencia de grupos humanos.
Hay muchas ideas más que se me ocurren para que una carretera satisfaga las necesidades económicas de la región, y respete las comunidades biológicas que representan la mayor parte de la riqueza local. A quienes saben del diseño de este tipo de proyectos “verdes” seguramente se les ocurrirán muchas más.

¿Estará nuestro gobierno dispuesto a implementar medidas de este tipo? ¿Permitirían las comunidades locales que éstas se implementen? Es más… ¿sabe la gente que ese tipo de medidas deberían implementarse? Mi respuesta es que lo dudo mucho. Tengo miedo de que debido a la presión que ha habido para impulsar el proyecto y la tensión creada entre grupos con distintos intereses la carretera se construya mal. Tengo miedo de que en pocos años haya que invertir millones para repararla y de que se haga un daño probablemente irreversible a la flora y fauna de la región. Más allá de esto, tengo miedo de que los beneficios de la culminación del proyecto sean para las clases dirigentes y no para la gente que tanto los necesita.

He escuchado voces que celebran el que se haya otorgado la licencia ambiental al proyecto. Yo tengo miedo de lo que vaya a suceder. No porque crea que la carretera no debe hacerse, sino porque no tengo la certeza de que se haga bien cuando se haga. Es un miedo que me surge de mi profundo amor por el Chocó. Ojalá que los resultados prueben que mis miedos eran infundados.


Ada, Ohio, E.U., 09 de mayo de 2009
Para Barûle Gazette

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